Conocí a Dudú en Pekín. Charlamos un momento tras el entrenamiento del Beijing Guoan, su equipo, el de Gregorio Manzano, el mío y cada vez el de más gente, que diría el anuncio. Porque digo yo que debería ser recíproco ese vínculo que tan apasionadamente nos une ahora a China en lo futbolístico, y todos deberíamos bancar por algún equipo de su Super Liga. Tan intensa es la relación futbolera hispano-china que la mayoría de nuestros clubes ha ido allí en pretemporada, porque ahora más importante que el clima fresquito del Pirineo u Holanda son los yuanes calentitos del gigante asiático.
Como hay más necesidad de dinero que de goles, nuestros directivos –encabezados por el hiperactivo Javier Tebas– emulan a Marco Polo en busca de un Dorado con el que sostener el negocio. Y así, igual que algún día se podrá pagar por jugar unos minutos en un equipo profesional, algo similar a los viajes al espacio para millonarios, ha surgido el fichaje impuesto por el mecenas: “Yo te patrocino pero tienes que contar con un jugador chino en tu plantilla”. Impensable hace tiempo pero de uso común en breve.
El bueno de Dudú (abreviatura libre de Zhang Chengdong) se ha visto envuelto en esta situación, un tanto rocambolesca, que eriza el verbo de Paco Jémez, otro tipo extraordinario de los que hablan siempre sin parachoques.
La maraña mercantilista del fútbol moderno, por el que circulan jugadores en todas direcciones, muchas veces sin que prevalezcan criterios deportivos, ha depositado a Dudú en el Rayo, un sueño para él, como me dijo aquella mañana en el restaurante ´Puerta 20` del Worker´s Stadium desplegando su amistosa sonrisa.
Ahora le toca a Jémez sacar rendimiento futbolístico de este fichaje estratégico. Apuesto a que lo conseguirá, abriendo un mercado floreciente: Los grandes de Europa –Madrid y Barça entre ellos-, suspiran por tener un chino en sus plantillas. Y rezan para que el plan del presidente de China Xi Jinping, de potencia el fútbol en su país, genere talentos cuanto antes. Porque amigos, ´Así es el fútbol ahora`* como dice el titular de esta columna.
Juan Ignacio Gallardo – Blog 27 letras
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